lunes, 23 de julio de 2012

la lluvia

III
- ¿y si no está en el pérez carreño? 
- vamos al vargas
- ¿y si no?
- vamos a el llanito
- ¿y si en el llanito...?

la cara de Iván era la del que no quiere mencionar en voz alta que a los accidentados que llegan muertos no se les recibe en ningún hospital. ninguno de los dos quiso pensar en bello monte, pero al menos yo lo hice. a 100 kilómetros por hora, dejamos atrás la valle-colle para enrumbar hacia los túneles por una muy despejada autopista. al salir del túnel, el aire lucía colores pasteles retrovertiginosos colisionando con cien tonos violetas que advertían una noche larga y oscura. esos colores que tantos likes ganarían si yo tuviese un smartphone para subir a instagram esa hermosa foto recién tomada. la resaca de la lluvia sólo agregaba majestuosidad a la visión.

al llegar al distribuidor la araña, el cartel anunciaba la vega-antímano-caricuao. reconocí la vía. pensé en Ella. mierda. mil veces mierda. el tránsito aminoró su marca y con él, nosotros. sonó mi teléfono por enésima vez, era Mary. le expliqué que todo era incierto, pero que necesitaba que se mantuviera tranquila. me fue fácil decirlo. prometí mantenerla al tanto de todo y creo que aún se mantenía en línea cuando colgué. reconocí nuevamente la ruta. 

éste a la derecha es el estacionamiento de metrobuses de la estación la paz. esa salida que ves ahí como a treinta metros te llevará hacia la avenida san martín. luego, si no hay fiscales, puedes dar la vuelta en u donde está el kfc, me dije cual gps full de tecnología, y de allí es fácil llegar a su casa. nunca más volveré allí. nunca más volveré a verla, recordé. mierda, chamo. mil veces mierda.

Cuando estaba a punto de cuestionarle a Iván por qué no había tomado la salida para ir a casa de Ella, me respondió intuyendo otra pregunta: "por ahí llegamos, pero es un vueltón. la entrada al pérez carreño está más adelante". asentí. "esta vaina está oscurísima - me dijo - yo no sé bien por dónde es". nos detuvimos a pocos metros en un módulo de la policía nacional y preguntamos. el oficial fuera de forma, con la derecha en la pistola, nos señaló en dirección oeste y nos dijo que siguiésemos a esa ambulancia que justo iba pasando a toda velocidad.

al margen derecho de la autopista francisco fajardo, nos encontrábamos serpenteando por un camino negro y angosto que no existía en ningún mapa. algo más parecido al piso siete y medio de being john malkovich que a una arteria vial. la noche había llegado y no habíamos reparado en ello. con fe, más que con determinación conseguimos dar con la entrada del hospital que nos recibía con un inmenso cartel que parecía más de abasto que de emergencias. EMERGENCIAS, así, grandote, en rojo y sin lucecitas ni adornitos. emergencias, una palabra que siempre asocié con un ataque de asma a media noche, o el terrible alarido de un obrero que recién acababa de perder un dedo a martillazos. cositas así. 

al llegar nadie gritaba. algunos compartían una botella de ron, otros amortiguaban con un refresco y la especialidad del perrocalentero de turno. "hacemos igual. yo me bajo y tú ve dónde estacionas", le dije al piloto.

en la entrada me recibió un mastodonte, un mamotreto de carne y hueso, un guardia nacional. el moreno me inspeccionó de arriba a abajo y me preguntó que para dónde se dirige usté; que a quién buscas tú; que a qué hora vino el muerto, bueno, el herido, pues; que si usted es familiar; que pase rápido; que la cosa es en la primera puerta a la derecha y que dale, pues. 

al entrar, la sala de emergencias no era nada impresionante. enfermos, familia y un puesto de enfermeros, en su mayoría llenos de antipatía y ganas de partir. tras escuchar las primeras reclamaciones de familiares, casi ninguna con razón que las sustentase, no los culpé en lo absoluto.

uno de ellos, blanco impecable, me dijo que nadie con esa descripción había ingresado a emergencias y que preguntara por ahí. que por el nombre no lo iba a ubicar y me deseó buena suerte. "ojalá y lo consiga", me dijo cuando le di la espalda.

el hospital miguel pérez carreño es enorme. y uno sólo se da cuenta luego de vagar por sus pasillos buscando a alguien que, a ciencia cierta no sabes si está vivo, muerto o si está en el edificio. una maraña de pasillos derramados desde la bolsa de un descuidado arquitecto guardaban el camino a la bóveda en dónde mantenían a papá. tras varias pesquisas entre agentes de seguridad, policías y alguna enfermera apurada, supe que un adulto mayor había entrado hacían 45 minutos y se encontraba en rayos x siendo examinado. 

luego de pedir las respectivas direcciones, me dirigí a la sala de rayos x que se encontraba en el sótano 3 del edificio. atravesé la penumbra de las escaleras intuyendo apenas la ubicación de los escalones. al llegar al subnivel, todo parecía igual sin importar a donde mirase. paredes y pisos forrados en cerámica blanca, a excepción de una franja de baldosas azules a nivel del pecho. sus texturas, aunadas a la mala iluminación del lugar, daban la sensación de suciedad. caminé en círculos por tres, cinco, doscientos minutos. nada. estaba tan perdido en aquel lugar como el sistema de salud en venezuela. al volver la vista sobre mis pasos, me vi totalmente solo. alguna escena editada de una película de suspenso se había perdido en el sótano 3 del hospital pérez carreño.

atravesé la única habitación sin puertas: era una sala de rayos x y, por lo que supuse, no estaría muy lejos de encontrar a papá. al otro lado, a la izquierda, otra puerta. esta vez entreabierta. toqué suavemente mientras la empujaba. un hombre grande, de complexión gruesa, embutido en un mono quirúrgico verde daba las instrucciones en voz alta, como harto de repetirlas: "pero no bajes los brazos, pedro. mantenlos arriba que ya vamos a terminar". el doctor sostenía una máquina de ultrasonidos sobre el vientre de mi padre.  terminé de entrar y me identifiqué. Vargas y Morillo me esperaban sentados. pregunté cómo se encontraba el hombre, a lo que Vargas cerró el puño con el pulgar extendido y lo acercó a la boca repetidas veces, como imitando una botella. 

Vargas salió conmigo y me explicó lo que había ocurrido hasta el momento, me puso al corriente de las condiciones del adulto mayor y de la pertinencia del eco para descartar lesiones internas. me mostré agradecido por la información. Vargas aprovechó y me pidió que lo salvara con algo. me hubiese mostrado ofendido, pero mi instinto me ordenó analizar el panorama: no se trataba de un fiscal de tránsito o agente de seguridad que me pedía vacuna. se trataba del hombre que probablemente había salvado la vida de mi padre. su sueldo no debe ser de los más altos del continente, ni siquiera de su barrio. "50 lucas. ese es mi capital" y le extendí un billete.

entramos nuevamente a la sala. allí estaba mi padre, orgullo de mi abuelo, deleitando a los presentes con una serenata, a todo lo que le daba la voz en su ronquera. y si algo tiene el viejo es que para escoger boleros, tiene un tacto increíble.

regálame esta noche de Roberto Cantoral, fue la elección.
 
no quiero que te vayas, la noche está muy fría
abrígame en tus brazos hasta que vuelva el día
tu almohada está impaciente de acariciar tu cara
talvez te dé un consejo, talvez no diga nada
mañana muy temprano platicarás conmigo
y si estás decidida a abandonar el nido
entonces será en vano tratar de detenerte
regálame esta noche, retrásame la muerte.

mañana muy temprano platicarás conmigo
y si estás decidida a abandonar el nido
entonces será en vano tratar de detenerte
regálame esta noche, retrásame la muerte


2 comentarios:

  1. ...mierda micki! experiencia aparte, esto está genial!
    ...me perdí en pasillos contigo'. sentí la desesperación de quien no encuentra. de quien se teme lo peor. de quien siente el miedo en la punta de los pelos del brazo.
    ...sentí la soledad de estar en un hospital desierto y abarrotado al mismo tiempo.
    ...me sentí en mi ciudad.
    Mucha fortaleza cariño. Saldrá de esta cual bolero que dura la eternidad y que sobrevive al paso de los años.

    Utrecht te manda un beso. no de los que suenan. sino de los que se sienten, de los que se sueñan bonito.

    Te quiero

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  2. dile a domtoren que ese beso lo cargo encima siempre :)

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