sábado, 19 de marzo de 2011

friendly fire

en español, es algo así como el disparo que, accidentalmente, te da en una nalga el soldado que debe protegerte la espalda.

corría el año de... fue aquel año inciesto. ese que trajo veinticuatro horas menos. 364 días bastaron y fueron suficientes. precisamente aquella tarde que nunca existió, oscura como los sucesos que ocurrirían luego, asesiné a mi amiga con un beso.

fue como jugar con el revólver de papá, ese que celosamente guardó durante mi niñez en su gaveta de abajo y que era la atracción entre los chicos de la cuadra. "pew pew" solía decir, mientras apuntaba el arma a otro que actuaba su muerte y se ahogaba en un dramático "aaaagghh!" -plop!-.

no se trataba de un gusto por las armas, tampoco por las artes dramáticas. la idea de los chicos no era, mucho menos, construir anécdotas futuras que recitaríamos siendo cuarentones de abdómenes prominentes, al tiempo que el vástago de alguno nos traería 7 cervezas. (veo que pensar en futuro condicional es un ejercicio complicado y del cual no he salido airoso). en fin, se trataba de un gusto adquirido por la clandestinidad, esa impune sensación de peligro a pele el ojo. una adrenalina, una cosa.

de vuelta a aquella tarde -casi noche- los tragos proponían el juego inocente. ella y yo nos atrevíamos a la ruleta rusa. esta vez con un arma cargada y sin seguro. ay, chamo...

-a que sí!
-a que no! - bang! disparó la salva.

se suponía que nada pasaría, pero ella estaba demasiado cerca y el fogonazo la alcanzó. una bella catástrofe salpicada con desastrosa maestría.

generalmente, dicen, lo que mal empieza, mal termina y viceversa. pero fue el disparo perfecto lo que ocasionó el desperfecto. ella, tonta, nunca supo que un misil no se esquiva cerrando los ojos. murió de manera instantánea entre confusión, caos y alarma. en shock, no supe lo que recién había hecho hasta que separé mis labios del cadáver. "no se sintió incómodo, de hecho estuvo bien... entre amigos, no debería ser así. ay, chamo". el día siguiente traería consigo la confirmación de lo que sabía y aún sé: la hube... la había... la cagué.

la vi sentada en el lugar de costumbre, como si nada. sonreí y la abracé. estaba fría. sin color en las manos, sus mejillas acaparaban la sangre en un tenue rubor. sin más, mi prematura alegría de chico palideció. era ella, pero no. una nueva inquilina ocupaba su cuerpo. era una mujer incómoda y tensa. su piel no era gallina, sino erizo valiente, aljaba herida de flechas hirientes.

como quien se muda a una zona violenta, la nueva es desconfiada. duda de cada palabra, cada guiño, cada gesto mío. asesino, susurra su mirada. las vecinas sospechan y a ratos asienten.

sin culpa y sin coartada, un matón vaga por el desierto de la memoria con un arma amarrada al rostro. vuelve al cajón aquel, pero esta vez sus colegas forajidos no caen al suelo: convertidos en consecuencias, lo acribillan."pew pew"

martes, 8 de marzo de 2011

la hoja blanca no es tal

me pasa. quiero escribir a juro. sentarme frente al monitor y que en 20 minutos salgan letras con sentido, hilarantes, enternecedoras, exitantes y conmovedoras. trascendentes, pues. eso está jodido.

esta mañana me ocurrió, tal como lo habia previsto el horóscoco del mes (y del anterior), un suceso curioso con niño pequeño y quiero plasmarlo a como dé lugar en unas líneas escritas. creo que para comenzar, debo levantar un perfil psicológico interesante y exótico al carajito. hacer de él un pequeño bribón índigo, un criminal en potencia o futuro gerente de mototaxis. pero sucumbo al cuestionarme qué culpa tiene el futuro del nene y qué interés me podría generar. cambio de tema. me desvelé pensando en si es o no la inmortalidad lo que hace que el gangrejo camine de lado. digo, esa responsabilidad habrá de pesar para corromperle el tumbao al animal. pierdo interés en el tema antes de siquiera prender la máquina. evidentemente la incapacidad de morir es una carga que se lleva con sacrificio.

y caigo en cuenta. lo que me falta es espontaneidad, independencia tecnológica, escribir donde sea que mi taciturna musa lo requiera. un lápiz medianamente afilado serviría para que la prosa galope sobre un papelito cualquiera. luego transcribo tal genialidad, la paso en limpio y listo. maravilloso texto que me dará notoriedad.

y así se han comenzado a escribir las grandes obras literarias y filosóficas de la humanidad. ¿no? al menos un stand up monologue debió concebirse de tal manera.

pero no. al final, nada.

las letras se agolpan para formar frases superfluas y anodinas como esta. slogans publicitarios, casi. ¿acaso me falta un vicio como esos que atormentan a los grandes autores? en ese caso necesito tormenta y lluvia recia. razia sentimental que desagüe toda la mugre através del lapicero atrofiado. lastimosamente (mucha lástima), no comulgo con la idea de desgraciarme la vida para poder escribir sobre ella. la realidad supera a la ficción, y entre ellas, un limbo las ahoga a ambas.

el diagnóstico es claro, y si tú lo hiciste, yo llegué antes a él: soy un idiota funcional (porque para algo sirvo. estoy casi seguro). siempre en la búsqueda incansable del próximo paradigma que ilumine el pensamiento de la humanidad, sin siquiera haber descifrado el regente. voy un paso adelante, sin zapatos. tengo la brújula, y yo en el polo norte.