domingo, 22 de julio de 2012

la lluvia


papá fue encontrado en varios lugares, varias versiones. ubicación sin esclarecer. aparentemente eso en lo que las memorias de los paramédicos sí parecen concordar, es que se encontraba cerca de casa. lo que parecía un lodazal, era un charco de sangre y baba. no saliva, baba, de esa espesa y agria que llena la garganta hasta desbordar las comisuras cuando se está deshidratado. ante la imposibilidad de pruebas de alcoholemia o análisis hematológicos, el olfato estableció un acertado juicio a priori: la víctima presentaba alta concentración de alcohol en la sangre. bajo el prodigioso palo de agua del 21 de julio de 2012, en caracas, encontraron a Pedro entre la calle y la acera, en una llana cuneta.

llevaba consigo una bolsa plástica de contenido indescifrable de donde manaba una extraña, oscura y viscosa bilis, como si ella también sangrase o se muriera de arrechera. al lado, un sobre de encomiendas con un número telefónico al que Vargas llamaría en los minutos sucesivos. entre él y Morillo, levantaron el peso muerto de 62 años, remojado en alcohol, y lo introdujeron a la ambulancia. cortaron su camisa, una chemise lacoste de esas que sus hijos le obsequiábamos como recuerdo de viajes a tierras lejanas, donde todo es baratísimo. la hicieron girones.

mientras Morillo activaba la coctelera y aceleraba, cortando la ciudad en dos, Vargas respiraba por la boca y chequeaba los signos vitales del adulto mayor. Pedro yacía en un estado de conciencia alterada mientras era requisado. alguien le revisaba los bolsillos en busca de documentos que lo identificasen y aquel hombre no sabía por qué. el bermuda tipo cargo, regalo de sus nietos, era la más pura inmundicia. "para abuelito, con amor, de sofia y juan andrés", decía la tarjeta de aquel cumpleaños.  su barba desprolija y el corte de cabello autoinflingido, dan cierta sensación de indigencia y abandono. pero esa camisa es cara. y ese tipo de sandalias no se las habré visto a mucha gente, pensaría el bombero.

tras controlar la situación, tomó el celular y llamó al número del paquete, observando que el código de área era de barquisimeto. al otro lado de la línea atendió alguien cuya indiferencia le hizo suponer que no se trataba de un familiar. tras la breve explicación de Vargas, barquisimeto llamó a caracas para comunicarle lo sucedido a una conocida de Pedro en la capital: la hija de la doctora Margarita, a quien iba destinada la encomienda.

Margarita es abogada, una bruja. nunca he visto su cara. desconozco su color de piel y su estatura, pero no sus intenciones. es de esas personas que gustan de ser citadas por su título. crujía los dientes cada vez que por teléfono yo la llamaba señora, no doctora. yo hacía lo mismo cuando ella me llamaba por mi nombre. ese Miguelángel que, salido de su boca, me produce arcadas.

ella, la señora Margarita, a quien mi padre hacía trabajos menores de reparación y otras diligencias para ocupar el tiempo y la mente tras su jubilación, y con quien había establecido cierta especie de relación amistoso-patronal, consiguió (talvez sin quererlo) enamorar a papá y alentarlo a que introdujese el divorcio, un trámite en el que ella le prestaría asistencia legal. el alegato sería el de las diferencias irreconcilliables. "ella es chavista, y los domingos se va y que a un retiro espiritual, pero yo sé que eso es una secta. no sé si mencioné que mi esposa es chavista". papá nunca fue un cobarde, pero jamás pudo entregar el documento a mamá.

- aló, buenas tardes. ¿con quién hablo?
- ¿con quién desea hablar?
- es la doctora Margarita ¿quién es? ¿miguelángel?
- ¿qué desea?
- es que me llamó mi hija, que la llamaron. que tu papá se cayó bajando de un autobús o algo así y se golpeó la cabeza y lo están llevando para el clínico universitario.
- ¿tiene alguna otra información?
- no. bueno sí. parece que iba tomado, llevaba un paquete para mi hija...

Nunca tuve intenciones de prolongar aquella conversación un segundo más de lo necesario. Interrumpí.

- muchas gracias. hasta luego.

aunque aquella fue una llamada que había estado esperando desde hacía mucho tiempo, el hecho de que el nexo entre Pedro y su familia fuese precisamente la mujer que trataba de romperlo, me descolocó un poco. me vestí deprisa pero sin alarma, mientras pensaba en ese hombre que vivía conmigo y con quien no hablaba en meses.

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