jueves, 7 de marzo de 2013

la derrota

mientras escribo esto, que no sé qué es, un par de grifos abren paso a un escueto llanto, a un par de lágrimas que nunca llegan a caer. murió hugo chávez.

si me preguntan, no sé por qué siento ganas de llorar. con el pecho apretado dentro de un puño constrictor, me pregunto si se trata de pesar por el presente que se apaga, que transmuta en pasado o si se trata de miedo, de un cague muy arrecho por el futuro que ayer era una fina línea en el horizonte y hoy es una inmensidad bajo los pies. y aquí me encuentro. sin saber a dónde ir o qué hacer. ¿tengo miedo de lo que va a pasar o es que, contrario a lo que pudiera pensar, le tomé cierto cariño? no lo sé. pero sea cual sea la razón, vuelvo el rostro y miro atrás.

pienso en mi madre y me desmiento: unas cuantas líneas después, las lágrimas caen. corren, dejando un rastro que siguen otras lágrimas en centenares, millares, millones de ojos. otras lágrimas, todas mías, siguiendo a la primera. y eso es chávez. una lágrima frente a miles.

mamá es chavista. ella cree (aún en presente) en hugo rafael, el comandante presidente. ella recibió la noticia en casa. yo en la redacción. justo antes del anuncio comencé a marcar. cuando nicolás quebró su voz, finalmente llamé a mamá. cómo estás, le pregunté y tranquila fue su respuesta. se me fue, miguel. se me fue el presidente. quise consolarla, pero por alguna razón fue ella quien hizo de calmante. madre es madre y conoce la respiración agitada del crío. todo va a estar bien, creo que me dijo. que en algún lugar mejor estará y que donde sea que eso sea, tiene que ser entre el pecho y la espalda. me destrozó escucharla despedir a su amigo, hermano y amante durante los últimos 15 ó 16 años. con su ternura y su calma, mamá me volvió mierda y colgó.

nunca me sentí parte de esa parranda de pendejos que dice que chávez era, es y será nuestro padre. que con él todo y sin él nada. pero hoy, tras el definitivo e inequívoco anuncio de su fallecimiento, hugo chávez me deja huérfano de certezas. de aquí en más, no sé qué encontraré en la calle cuando salga a su encuentro, a trabajar, a echar pa'lante, a joder. rumores van, vienen y regresan a saquear, caos es la voz al otro lado del teléfono. tengo un amigo que es pana del tipo que sabe. y así van y vuelven las palabras que salen de la boca con un fusil bajo el brazo.

y me dicen que la muerte de un hombre no es la muerte de un pueblo, y les digo que mucho pueblo no está al tanto de ello. no pretendo compararlo con la lluvia, con el sol u otro hermoso ejemplo de cursilería, pero si un día te dicen que un color que usaste siempre no existe más, que esa chuchería está descontinuada, que vas a un lugar donde no habrá ni frío ni calor, que alguien que ha estado contigo la mitad de tu vida ya no es más, para bien o para mal, algo tuyo se va con él. te vas a la cama y amaneces con un ítem menos en el inventario. es jodido. y eso ocurre cuando el único pilar de un proceso, sobre el cual se erigió todo y más, desfallece y cede. cae y muere.

se fue un hombre que ganó todo en las urnas. el campeón invicto cuya más grande derrota somos nosotros. el país unido en un abrazo, de economía boyante y orgulloso de sí mismo; el país que fue un proyecto que no llegó a ver concluido, o siquiera encaminado; el país  que sólo existe en la pizarra. el pueblo que lo ama tanto como lo desprecia; el país en el que no sólo bonos que se disparan, sino también su gente. se dispara, se mata. se ahoga en bilis y reprobación ajena. gente que prohibe a sus hermanos llorar el mismo dolor. nosotros, su pueblo, su legado, su derrota.

se fue el presidente. deja hijos, nietos y una nutrida feligresía. el culto al hombre hoy se convierte en mito. el fin de chávez no es el fin de chávez. en el libro en que se escribe su leyenda, esta fecha es el epílogo: los dioses sangran.

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