miércoles, 6 de julio de 2011

una de campesinos

nunca leyó la silva, pero ama la zona tórrida en la que vive y sueña. esa entre los trópicos que arropan al hombre y, más temprano que tarde, de él se adueñan. y eso es él: tan sólo un hombre. un tipo simple que gusta de arar en campos soñadores donde es curvo el horizonte. entre los rizos de la negra. no lo sospecha, pero cosecha lo que siembra esa sonrisa propia y a la vez ajena. la de ella.

prosigue su faena en sistemático desorden, en caos taciturno, en calma ausente, como buscando un diamante entre el carbón brillante de su pelo. ella bromea: "usté es minero. como negro en italiano". él escarba en la superficie, y se pregunta qué piensa ella, plantación adentro, cuando cierra los ojos y sonríe. la brisa sopla y la tarde sigue.

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